Eran muchos. Dentro y fuera del campo. Yo fuera contaba como veinte y dentro eran como cuarenta, no sé cómo lo permitieron los árbitros. Lo del primer cuarto fue heroico: empatamos. El segundo cuarto ya nos metieron la del pulpo, que era uno que metía los triples con las cuatro manos, y literal: tiró uno siempre idéntico y metió cuatro, se colocaba en su parcela personal, hacía ahí su tienda de campaña, se ajustaba un poco la ropa, posaba para la foto, tiraba y los metía. El tercer y cuarto cuartos fueron el carnaval de Río, lo digo por el árbitro, que pitó más que Carlinhos Brown, y por nuestro nutrido grupo de fans de grada que llegaron tarde (Negro y Lolo) y se pusieron a animarles a ellos y a descojonarse de nuestro despiste. Además, ellos se multiplicaron más, si cabe, eran como electrones moviéndose por el campo, aparecían de debajo de las líneas y nos quitaban el balón con malas artes. Pese a todo hicimos un partidazo con taponazos del Txus, algunos buenos pases que terminábamos solos bajo el aro, férrea defensa y triples varios, pero inexplicablemente no pasamos de 35, quizá por una o dos jugadas que no terminamos del todo y porque nos falló un pelín ese tiro nuestro a veinte centímetros del aro. Ellos, como se gustaba Gus en señalar siempre que tenía oportunidad, metieron 36, 36 más.
La celebración en cambio fue gloriosa en un Tapaloca cada día más volcado y decenas de grupies, aunque sólo recuerdo a Malena porque las demás no me dieron su nombre. Tras el festival de grasa y alcohol yo me tuve que echar la siesta y todo. Soñé, debe ser que mi cuerpo lo pedía, con largos estiramientos tras los partidos y con todos veinte años más jóvenes. Qué juerga de día, macho! Ah, por cierto, las cañas las dejó pagadas Fer, que tras hacer unas cuantas jugadas a lo Custer y su séptimo de caballería dejó dicho en el bar que nos sirvieran y desapareció, creo que a llevar a Jhonny al médico que se deshacía gastronteríticamente. Menos mal que la pelota sigue a buen recaudo en la taquilla 69. Nadie podrá quitárnosla, hemos perdido la llave en una juerga… Evarística, sin parangón, la tarde.
3 comentarios:
Esa crónica vibrante, sí señor, al leerla me he visto talmente en el partido, corriendo de un lado para otro sin ton ni son y fallándolas debajo de la canasta. Siento habérmelo perdido.
Aupa Evaristos y besos a todos.
Abusones... se van a enterar a la ida (delañoqueviene)
aUPAeVARISTOS!
no vuelvo a perderme un partido amigos.
gran cronica
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