A los que bien lucharon y cayeron heridos en el fragor la batalla

Primer partido de la temporada y un nutrido grupo de evaristos recién salidos de la cama se dispone a quitarse las legañas y sacudirse las telarañas en músculos y articulaciones tras un largo verano de ameno solaz y jocunda disolución. Tras la habitual rueda de calentamiento evarística –Hola, ¿qué tal?, ¿cómo te va?-, donde abundan más los besos y abrazos que los tiros a canasta (lo importante es el cariño), nos reunimos para la charla técnica, impartida esta vez por Fernando, que se había hecho un scouting de mucho cuidado y que, además, supo resumir en un único concepto para que no nos liásemos: “Hay uno bueno y los demás son unos mantas, defended al bueno”. Empezó el partido y enseguida se vio que los entrenamientos específicos de tiro de pretemporada o bien habían brillado por su ausencia o se habían desarrollado con poco aprovechamiento por nuestra parte. Vamos, que este verano no habíamos visto un balón de baloncesto ni de lejos. Yo en concreto di un magnífico recital de las mil y una formas de fallar una canasta fácil. Pero, si bien no nos acompañaba el acierto, sí lo hacían las ganas de jugar, que se tradujeron en gran intensidad defensiva con la que logramos dejar al equipo contrario con solo 6 puntos en el primer cuarto. Nosotros en ese mismo periodo logramos 3 puntos. No era ese el camino, pero no quedaba más remedio que seguir defendiendo y esperar a que en algún momento los tiros empezaran a entrar. Así que continuamos corriendo, saltando y sobre todo tirándonos al suelo siempre que tuvimos ocasión. Esta actitud daba lugar a jugadas que reflejan perfectamente el espíritu del partido, como una de Pablo, que hizo una entradita a canasta por la izquierda, sin parase cogió el rebote al otro lado del aro, se cayó al suelo, se levantó, tiró a canasta, le hicieron falta y falló los dos tiros libres. Pero, bueno, nosotros lo seguimos intentando y al final los tiros empezaron a entrar, tampoco es que fueran muchos, pero alguno que otro y como la defensa siguió funcionando, poco a poco, nos pusimos por delante en el marcador. Eso sí, casi al final del partido se lesionó Pablo, que no solo había sido el mejor jugador del partido, sino que llevaba varios jueves demostrando clase en el Eva Perón, así que esperamos que la cosa no sea grave y regrese pronto a las canchas. Yo, como homenaje, ya que él estaba en el banquillo, hice cinco faltas personales, pero seguí jugando porque la mesa no se enteró hasta un rato después, cuando me expulsaron aprovechando que el juego se había parado por una personal de Puma. Esto tuvo como consecuencia que los evaristos comenzaran a  gritar cosas del tipo: pero qué dices mesa, si la falta ha sido del otro, etc., etc., hasta que la pobre consiguió explicarnos que la quinta falta había sido antes y no se había dado cuenta. La cosa no llegó a mayores porque íbamos ganando y quedaba poco tiempo. Al final 23-33, victoria evarística para empezar, que nos costó uno de nuestros jugadores, esperemos que por poco tiempo. Pero bueno, ya que te lesionas por lo menos ganar el partido.

Besos a todos