Mi abuelo Pedro solía decir con voz grave: “Bien está lo que bien acaba”. Es cierto que Pedro era mucho más conocido en la comarca por su desmedida afición al vino que por sus comentarios juiciosos, pero esa es otra historia. El caso es que, como no podía ser de otro modo, la cosa terminó como sigue. Sí, ya sabéis, cinco intrépidos evaristos desafían un horario criminal (9:00 am) con el agravante del cambio de hora. Lo que se dice una putada. A las 8:59 h. el árbitro tiene unas ganas incontenibles de irse a tomar café y repasar la prensa deportiva. Así que pita “1 minuto para que comience el juego”. Cuatro evaristos se miran con cara de resignación, algunas llamadas desesperadas de última hora. En el último momento aparece Javi en plan salvador (aunque sin darse demasiada prisa, todo hay que decirlo). A estas alturas de segunda vuelta hay cosas que ni siquiera hay que hablar: paliza al que ose correr al contraataque, ojito con los faltas, tiempo muerto sagrado en el min. 6 de cada cuarto… La cosa empieza bien, sin alardes, pero conseguimos imponer nuestro característico trote cochinero que nos ha hecho célebres en el mundo de las ligas municipales. Vamos por delante pero sin alardes. Mediado el segundo cuarto un Evaristo intenta correr al contraataque, mira que lo habíamos hablado, con el previsible resultado de lesión muscular. A partir de ahí se abre un panorama desolador, dos cuartos y medio por delante y cuatro evaristos echando el bofe sobre la cancha. El caso es que, debido al entrenamiento exhaustivo de los ocho encuentros anteriores y a nuestra afición por las situaciones inverosímiles, jugamos bastante bien con cuatro. Para desesperación de nuestros rivales nos vamos al descanso por delante y en el tercer cuarto conseguimos incluso aumentar la ventaja. Como la vida sin emoción no es nada, iniciamos el último cuarto con un parcial en contra de escándalo. Lejos de ponernos nerviosos aguantamos el tipo con solvencia. Tiro libre a tiro libre (un excelso 50% de acierto en el último cuarto) conseguimos llegar igualados al final del partido para terminar imponiéndonos por un punto gracias a un glorioso tiro libre a tablero como mandan los cánones. En efecto, somos muy grandes. Mención especial merece la magistral dirección y el apoyo incondicional que nos brindó Gus desde el banquillo. Por cierto, el último lesionado de la temporada resolvió el misterio. El médico del pabellón, que gracias a su simpatía y su atención había robado nuestros corazones, resultó ser en realidad psicólogo. Bien mirado parece todo un acierto por parte de los responsables de la liga municipal.En fin, con esto concluye de forma grandiosa la temporada 2012-2013. Después llegaron las birras y el cumpleaños de Juanito que prometía. Pero esa parte la tendrá que contar otro porque este humilde cronista se la tuvo que saltar. Durante las primeras rondas de birras se comentó la posibilidad de inscribirnos en el Torneo de Primavera. Se analizaron cuidosamente todos los factores, el complicado contexto geopolítico internacional, la crisis del crédito, las posibles secuelas de la lesión de Ricky Rubio, la dificultad de encontrar bares que sirvan torreznos como los de antes…
En fin, como no ha habido novedades al respecto, doy por supuesto que no nos hemos inscrito. Una vez más, podemos afirmar con rotundidad que ha sido una gran temporada. ¡Larga vida a los indómitos Evaristos!