Por causas ajenas a este cronista, el relato pormenorizado del partido del pasado sábado queda aplazado sine die. Sí podemos adelantar que metimos bastantes más canastas que en el primer partido que jugamos con este equipo (que son líderes invictos del grupo), pero como ellos también, el resultado fue prácticamente el mismo: palmar por más de treinta puntos, 41-75 para ser exactos. Eso sí, al final conseguimos llevarlos a nuestro terreno, ya que, contagiados por nuestra última jugada (uno de esos, tantas veces glosados, contraataques-filigrana evarísticos) el equipo contrario concluyó el partido con un contraataque del tipo “voy hacia canasta con toda la ventaja y la paso lo peor que puedo a mi compañero que lo único que puede hacer es mirar como el balón se pierde por la banda”. Tras el pitido final, compadreo con el equipo contrario, que la verdad es que te pegan una paliza, pero sin acritud, de buen rollo.
Por otro lado, casualidades de la vida, conjunciones planetarias y misterios smartphonicos mediante, poco antes del partido del sábado, cuando intentaba avisar a Fernando de que llegaba tarde, entré en contacto telefónico con esa hirsuta quintaesencia del evaristismo que es Nacho, el niño perdido y ahora parece que hallado en el templo, al que últimamente habíamos tenido muy presente en las cervezas de después de los partidos. Él, por su parte, me dijo que había visto este blog y que había vuelto a sentir la llamada, así que veremos si la cosa cristaliza, que no andamos muy sobrados de gente.
Por último, decir que tras el partido ya en casa me empezó a doler la muñeca hasta el punto que a las diez de la noche no podía moverla. Gracias a ello el domingo tuve la posibilidad de disfrutar de seis horas en la sala de espera de urgencias y salir, tras cuatro radiografías, con el brazo vendado (véase documento gráfico). La cosa evoluciona bien y espero poder jugar la próxima semana, así que mañana ganar al equipo de Dani de mi parte.
Aupa Evaristos.
Besos a todos.
Por otro lado, casualidades de la vida, conjunciones planetarias y misterios smartphonicos mediante, poco antes del partido del sábado, cuando intentaba avisar a Fernando de que llegaba tarde, entré en contacto telefónico con esa hirsuta quintaesencia del evaristismo que es Nacho, el niño perdido y ahora parece que hallado en el templo, al que últimamente habíamos tenido muy presente en las cervezas de después de los partidos. Él, por su parte, me dijo que había visto este blog y que había vuelto a sentir la llamada, así que veremos si la cosa cristaliza, que no andamos muy sobrados de gente.
Por último, decir que tras el partido ya en casa me empezó a doler la muñeca hasta el punto que a las diez de la noche no podía moverla. Gracias a ello el domingo tuve la posibilidad de disfrutar de seis horas en la sala de espera de urgencias y salir, tras cuatro radiografías, con el brazo vendado (véase documento gráfico). La cosa evoluciona bien y espero poder jugar la próxima semana, así que mañana ganar al equipo de Dani de mi parte.
Aupa Evaristos.
Besos a todos.
2 comentarios:
Compañero, está muy feo eso de hacerse un vendaje casero para escaquearse de jugar. Eso se hace en el cole pero a estas alturas de la vida...
Por cierto, yo tampoco puedo ir. A ver si se anima la peña porque parece que estamos en cuadro.
P.D: Cuídate esa mano hermano. Beso.
pues vaya¡¡¡
Yo tengo complicado llegar a la hora, lo voy a intentar pero tengo que chapar el cole de gus a las 2 y pico. Intentaré escaparme.
Bueno ya vemos
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