miércoles, 3 de febrero de 2010

El enemigo en casa o padre no hay más que uno… afortunadamente

El enrevesado título de esta crónica viene dado porque el verdadero protagonista del partido del sábado fue un señor que gritaba desde la grada. Y, no, aunque pudierais pensar lo contrario, no tenía nada que ver con nosotros. El susodicho era el progenitor de uno de los jugadores del otro equipo. Es posible que no fuera la primera vez que le pasara al chaval, pero os puedo asegurar que durante el partido todos los que estábamos allí nos cagamos en su padre, incluidos sus compañeros de equipo y, por supuesto, él mismo.
La verdad es que el partido estuvo en un tris de no celebrarse, primero por carencia de jugadores del equipo contrario -dos minutos antes de la hora solo eran tres- y después por una confusión respecto a contra qué equipo nos tocaba jugar. Pero al final llegaron otros dos jugadores, se aclaró el asunto, y, tras rehacer el acta, empezó el partido. Muy poco después, algunos de los jugadores del equipo contrario comenzaron a arrepentirse de haberse presentado (escuché a dos decirlo en voz alta). Y es que ni se sabe cuánto tardaron en meter la primera canasta, bueno, la primera del partido y también la última y única del primer cuarto que acabó 21-2 a nuestro favor. Si a esto unimos su convicción de que el árbitro pitaba en su contra y el señor vociferante no era para que estuviesen muy contentos. Y ¿qué pasó después?, pues que el partido se embarulló un poco, nosotros bajamos la intensidad defensiva e incluso creo que nos daba reparo que les pitaran personales, porque el señor pesado no dejaba de meterse con el árbitro -que terminó pitándole dos técnicas- y el partido tenía toda la pinta de que por lo menos un par de ellos iban a ser eliminados por faltas. Y a lo que los evaristos estamos acostumbrados es a ser nosotros tres y no a jugar contra tres. Así las cosas, aunque nos metieron algunas canastas, seguimos aumentando la ventaja, que al terminar fue superior a treinta puntos y hubieran sido más si no nos hubiéramos contagiado de la tontería del partido. También hay que decir, que, aunque ellos se siguieran quejando, el árbitro al final pitó a su favor, lo cual nosotros le agradecimos, porque, como ya he dicho, queríamos seguir jugando cinco contra cinco y no queríamos que al señor le diera un infarto, aunque se lo mereciera. Y, así, un poco en la desgana, acabamos el partido, saludamos al equipo contrario y dimos el pésame al chaval que en esos momentos deseaba con todas sus fuerzas ser huérfano.
Por nuestra parte, nosotros seguimos con la buena costumbre de llevar hijos, en este caso a Gus, que se portan mucho mejor que los padres.
Besos a todos

4 comentarios:

profesorguapito dijo...

Ser padre es dificil, Alberto, no deberías ser tan duro con el hombre...

leo dijo...

El padre en cuestión protestaba hasta las faltas que les pitaban a favor. Espectacular.
Gran fichaje para la próxima temporada. Yo apostaría por este tipo de personajes para desequilibrar al enemigo.
Propongo estudiar esta nueva variable (la de padre demenciado chillando como loco), para incorporarla en la proxima temporada.
En nuestro caso Nacho puede valer.

Chus dijo...

Bien dicho: hay que recuperar a Nachete porque nosotros ganamos en la cancha pero en las gradas nos ganaron ellos.
Con Nacho no hubiera pasado¡¡

pablo dijo...

Operación rescate del Nachete para el torneo de primavera ya! Si hay que ir a la famosa cabaña del monte esa a buscarle se va y punto. Necesitamos su factor desequilibrante. Estamos descuidando el espectáculo.
Evaristos rules