Vaya por delante que, pese a todo, la derrota humillante es más fotogénica que la victoria sobrada. Bueno, la crónica saldrá peor, pero a uno se le queda mejor cuerpo después del partido. Tras la debacle del otro sábado solo cabía mejorar, pero fíate tú de un Evaristo. Aun así nos reunimos con buen ánimo en un polideportivo ignoto para muchos. Como dice Pablo, nuestro distrito se extiende a lo largo de toda la línea 7 de metro. La verdad es que, cómo no sea una estrategia del Instituto Municipal de Deporte para llevarnos poco a poco hacia Pitis, no se entiende. Comenzamos el partido un poco atontolinados, vamos, lo habitual, pero nada que ver con lo del sábado anterior. En vez de meter un punto en un cuarto metimos doce, eso sí, ellos metieron catorce. Efectivamente, íbamos perdiendo con unos mataos como el otro día, pero la cosa tenía otra pinta. Y, entonces, surgió la estrella de la noche, el amigo Leo, que tras recibir una personal un tanto fea en un contraataque, decidió, primero gritarle un poco al que le hizo la falta y posteriormente meterlo todo (las canastas se entiende, lo que hiciera después al llegar a casa ya es otra cosa). Así que con los diez puntos que anotó en ese cuarto y algo que le ayudamos los demás acabamos la primera parte habiendo metido más del doble de puntos que el otro día en todo el partido. Y a partir de entonces festival anotador: Evaristos corriendo por la cancha (hay que admitir que era muy pequeña con lo cual se llegaba antes a la canasta), culminando contraataques, buena defensa, jugadas con la bola muy bien movida y culminadas con canasta, etc., vamos, el partido al que teníais que haber traído a vuestras novias para justificar el abandono al que las sometéis todos los fines de semana. Al final el resultado 26-69, con 18 puntos de Leo, al que estamos pensando ceder al Estudiantes un par de partidos, que falta les hace.
Disfrutad y contarlo por ahí esta semana que esto no se repite muy a menudo.
Aupa Evaristos.
Un beso a todos.